Reabierto el debate sobre el expolio artístico. ¿Tiene propietario el arte?

Si hay algo realmente interesante en el arte es que es el hijo predilecto de la Torre de Babel, no necesita traducción y no tiene barreras, pertenece a todos y nos habla a cada uno de nosotros. Pero, bien es cierto que, aunque nos pertenezca a todos, ¿tiene unos propietarios legítimos? ¿identifica a una población concreta?
Este es un tema de debate que, últimamente, esta en boca de todos, ya sea por la devolución de los Bienes de Sijena (del cuál también nosotros escribimos un artículo) o por la reciente "cesión", a manos del Victoria and Albert Museum, de la corona real del emperador etíope Teodoro II a su lugar de origen, Etiopía. Esta "cesión" aparece entrecomillada porque, en realidad, de lo que se está hablando es de un préstamo a largo plazo, no de una devolución como tal.
Vídeo propio de difusión cultural: ¿Cómo entender el conflicto de los Bienes de Sijena sin morir en el intento?
Esta devolución encubierta es el final de un largo proceso de reivindicaciones que han llevado a cabo los etíopes para que su población pueda disfrutar in situ del patrimonio artístico que los representa, sin embargo, no todos los procesos abiertos de expolio han corrido la misma suerte.
Europa, el viejo continente y la cuna de la teoría del arte, es también el origen de una historia del arte que ha estado marcada, desgraciadamente, por el robo y el expolio. Sonados son los polémicos mármoles del Partenón de Atenas, mármoles que también se conocen asociados al nombre de Elgin, el Lord Thomas Bruce, quien se los llevó de Grecia a su patria, Inglaterra, cuando la Acrópolis era arsenal militar, en torno a 1801 y 1805, con un permiso de entrar a dibujar y llevarse elementos sueltos en el suelo de la ruina.

Fotografía de un detalle de la Acrópolis. Bernhard Stärck.
Sin embargo, este no respetó el trato y se llevó a Gran Bretaña barcos llenos de obras de arte que, posteriormente, vendió al gobierno para que, desde 1939, fueran expuestos en el British Museum para disfrute de todos aquellos que llegaban y siguen llegando a Londres. Llegado el momento, Grecia reclamó los bienes e Inglaterra alegó que, cuando se los llevaron, aduanas no puso pegas y que, con la actual contaminación de la Acrópolis, los bienes perderían calidad de conservación. Sin embargo, el gobierno griego construyó frente al conjunto original el nuevo Museo de la Acrópolis, un espacio adaptado y creado en exclusiva para la recepción y salvaguarda de las obras de la Acropolis, entre las que se encontrarían las expoliadas por los ingleses.

Los mármoles del Partenón expuestos en el British Museum de Londres.
Otro de los frentes abiertos es el relativo al arte africano. Durante el colonialismo se produjo un expolio continuado de piezas artísticas africanas que hoy en día se encuentran en los mejores museos de las metrópolis que colonizaron estas regiones de África. Sin embargo, en ese momento ningún colono creía que estas piezas tuvieran el más mínimo interés artístico, fueron coleccionadas con fines totalmente etnológicos y no podían ser comparables a la destreza técnica de los europeos. De hecho, hubo Exposiciones Universales que eran auténticos zoos humanos, como por ejemplo la de 1905 (que expuso a la fuerza la supuesta vida de África) o el Zoo de Nueva York que, por un tiempo, expuso a un pigmeo congoleño.
Ota Benga, el pigmeo expuesto en la Sociedad Zoológica de Nueva York, y la Villa sengalesa de la Exposición Universal de 1905.

Sin embargo, este pensamiento cambió con las llegada de las vanguardias. Los artistas empezaron a inspirarse en el primitivismo del arte africano y, poco a poco, la consideración artística hacia las mismas fue cambiando.
Esto nuevo gusto hacia lo africano desencadenó en un arduo coleccionismo que dejó a África sin objetos artísticos que materializaran su historia. Estas piezas artísticas, como hemos dicho, se encuentran el los mejores museos de los países que, un día, los colonizaron a la fuerza.
Finalizaremos diciendo que nunca haremos negaremos la importancia de salvaguardar un bien, pero también debemos tener en cuenta el origen de estos, el entorno y la importancia de la experiencia in situ. Hay quien desea afirmar que los museos son universales y que no importa donde se expongan las piezas, mientras el arte sea conservado para el futuro, sin embargo, también debemos tener en cuenta también la identidad cultural de las piezas artísticas y las necesidades de los países de procedencia, tan ricos en cultura y, en algunos casos, tan desprotegidos en otros aspectos.

Exposición realizada en el Museo Quai Branly en el año 2017, "Picasso Primitif".
Y, a todo ello, debemos añadirle el pequeño detalle de la irretroactividad del derecho, que únicamente podría ser subsanado por pactos internacionales (pero, para ello, los países "expoliadores" deberían estar de acuerdo). Sin embargo, y tras detallar casos como el de Grecia o el del arte africano, debemos pararnos a pensar en los países expoliados, en el rico patrimonio que poseían y que, actualmente, está siendo explotado por países como Inglaterra o Francia, desvirtuando totalmente su entorno original y la cultura de la que nace, forzándolos a perder la esencia para la que fueron creada.
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