- Serendipia gestión cultural.
"Lugares significantes". Cuando el espacio se convierte en arte, o el arte se convierte en
"Todos los lugares significan. (...) Lo que no es nada para algunos, para otras personas puede resumir una vida"
Estas palabras de Elena del Diego, comisaria de "Lugares significantes", resumen a la perfección el hilo conductor de esta muestra que podrá verse en el Torreón Fortea hasta el 31 de marzo, y en la que se recoge la obra de seis artistas: Albert Gusi, Bleda y Rosa, Orencio Boix, Ricardo Calero, Sara Álvarez y Vicky Méndiz.
Sus trabajos tienen en común la fuerte relación que mantienen con los lugares en los que se han llevado a cabo: o bien porque han aportado a estos espacios nuevas connotaciones a través del arte, o bien porque la creación artística de sus autores se ha visto determinada por esta relación con el lugar. Y es que el sentido de todos estos proyectos sería totalmente distinto si se hubieran desarrollado en paisajes o rincones diferentes.
Las fotografías de Vicky Méndiz nos sorprenden al entrar en la sala. Su proyecto, titulado Le Syndrome de París, nos habla del cambio que ha sufrido el síndrome de Stendhal en nuestros días. Mientras que en el siglo XIX el estrés del viajero era causado por el goce extremo que producía el contemplar las exuberantes obras de arte de ciudades como Florencia, Le Syndrome de París nos habla de las decenas de japoneses que deben ser atendidos cada año en centros sanitarios de la capital francesa. Y esto no es debido al goce sino a la angustia que les produce el choque de la imagen idealizada que tienen de París (en una sociedad como la actual con exceso de información, y basada en lo que ven en películas, medios de comunicación, revistas de moda, RR.SS. etc.), con la imagen real de la ciudad (una gran urbe llena de caos, contaminación, atascos, etc.). En este caso, Vicky Méndiz fija su mirada en las personas y en cómo los lugares y el bagaje cultural influyen en nosotros.
De la mano de la serie Campos de Batalla de Bleda y Rosa viajaremos entre presente y pasado. Seis fotografías, divididas en dos partes pero conformando una vista única, posan ante el público. Imágenes minimalistas que nos transportan a lugares llenos de paz, donde nada sucede. Pero estas visiones idílicas se desvanecen en el momento en el que leemos los títulos de las mismas "Campo de la matanza, primero de septiembre de 1054. Atapuerca. 1995". Descubrimos entonces (tal y como anunciaba ya el título de la serie) como estos lugares, en apariencia tranquilos, han sido campos de batalla que han enfrentado a miles de personas a lo largo de la historia. En ese instante, nuestra visión del paisaje cambia por completo, descodificamos los símbolos del lugar, siendo nuestro bagaje cultural, de nuevo, el que produce ese cambio.
De campos habla también una de las obras de Albert Gusi, aunque en esta ocasión son campos muy diferentes: Un nou camp a Sant Jaume de Frontanyà. Jugando con lo simbólico, el artista trasladó el Camp Nou del FC Barcelona (que puede albergar a más de 100.000 personas) al pueblo más pequeño de Cataluña, Sant Jaume de Frontanyà (con menos de 30 habitantes).
Pero las acciones de Albert Gusi que más nos han llamado la atención han sido Rememorar y pervivir. Y es que han rescatado de nuestra memoria una obra cuya lectura teníamos ya olvidada: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Este libro convirtió el pueblo abandonado de Ainielle en el símbolo de la despoblación que sufre no sólo el Pririneo aragonés, sino también otras muchas zonas del resto de España. A raíz de la publicación del mismo, numerosas personas comenzaron a acercarse al lugar, dando lugar a una marcha conocida como La senda amarilla. Gusi interviene en el paisaje con dos obras efímeras cuyo fin último es conseguir que esta zona del Alto Gállego no caiga en el olvido.
Y es del olvido de donde consiguen rescatar Sara Álvarez y Orencio Boix a la casa Ena. Este complejo proyecto captó nuestra atención desde el principio, sobretodo por las veces que, caminando, habíamos pasado frente a la puerta del edificio (en la Calle de las Cortes nº3 de Huesca) sin saber qué contenía en su interior. Esta casa, vivienda de Ramón Acín hasta el día de su fusilamiento, tuvo diversos usos, albergó una tintorería y posteriormente una juguetería. Sara Álvarez, cuyo abuelo regentaba la juguetería Las Vegas, decidió contar la historia que guardaba la casa Ena, permitiéndonos conocer mejor el espacio, pero también a sus habitantes. El resultado, que podemos ver a través del video-ensayo de Orencio Boix y de las fotografías de Sara tituladas La herida, es poesía pura.
La última obra que nos queda por comentar es la de Ricardo Calero y en este caso el lugar elegido es el Mediterráneo. Seguro que cuando pensamos en el mar y sus playas, lo primero que se nos viene a la cabeza no son las 15. 314 personas que fallecieron en sus aguas entre 2014 y 2017, miles de personas que abandonaron sus países en busca una vida digna pero que nunca llegaron a alcanzar su sueño. Calero viajó durante 10 años al Cabo de Gata con una pequeña embarcación desde la cual lanzaba al año 365 pasaportes para, posteriormente, seguir las infinitas posibilidades que puede tener el destino de estos papeles. De los 3650 arrojados, 78 de ellos alcanzaron la orilla. La reflexión sobre la tragedia y la vulnerabilidad humana es inevitable.
Abandonamos la sala con ganas de más. Y es que Elena del Diego ha conseguido hacernos llegar sus "lugares significantes" a través de esta inspiradora muestra, y lo ha hecho a través de unas obras que conoce en profundidad y que ha querido reunir en un mismo espacio para que sigan significando en cada uno de nosotros, haciéndonos reflexionar, al mismo tiempo, sobre nuestros propios lugares significantes.