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COMO ENTENDER EL CONFLICTO DE LOS BIENES DE SIJENA SIN MORIR EN EL INTENTO
El conflicto sobre la devolución de los bienes del Monasterio de Villanueva de Sijena a su ubicación original no puede estar más de actualidad. Numerosos medios de comunicación se han hecho eco de los últimos acontecimientos que han obligado a la Generalitat a devolver este rico tesoro artístico a los aragoneses.
Pero este pleito todavía abierto se originó siglos atrás, y para poder comprenderlo, dada su complejidad y su dilatación en el tiempo, es necesario comenzar desde el principio, concretamente en 1183, cuando el monasterio comenzó a construirse bajo las órdenes de la reina Sancha de Castilla, esposa del rey Alfonso II. Esta construcción se pensó para las religiosas provenientes de las principales familias de la nobleza catalana y aragonesa, y fueron ellas las que acumularon los principales bienes que han llegado a nuestros días.
Ya en el siglo XIX el Monasterio entró en decadencia debido a varios acontecimientos como la Guerra de Independencia, momento en que las tropas francesas saquearon algunas salas, o la desamortización de Mendizábal, que obligó a las religiosas a vender piezas de gran valor para subsistir.
A comienzos del siglo XX, en 1923, el Monasterio fue declarado Monumento Nacional, y a partir de ahí todo el complejo y sus bienes quedaron protegidos, prohibiéndose la extracción o la venta de los mismos.
Pero unos años más tarde, el estallido de la Guerra Civil en 1936 provocó que el Monasterio fuera incendiado durante las primeras semanas del conflicto. Parte de los bienes fueron rescatados por la población local. La mayoría de ellos se enviaron a Lérida para su conservación. Además, por aquél entonces, la Generalitat de Cataluña contaba con una unidad de Recuperación de Patrimonio, y uno de sus miembros consiguió 4.000 pesetas para retirar los restos de las pinturas de la sala capitular que habían quedado dañadas por las llamas y enviarlas a Barcelona para su restauración.
Tras el fin de la Guerra Civil en 1939, la Diputación de Huesca solicitó que los bienes fueran devueltos, pero esta devolución no se hizo efectiva. Lo mismo sucederá en décadas posteriores, cuando diferentes instituciones intenten que los bienes regresen a su hogar.
El siguiente echo a tener en cuenta, tuvo lugar en 1969. Las monjas sanjuanistas habían vuelto a ocupar el Monasterio, pero esta vez se les insta a abandonarlo de manera temporal para poder llevar a cabo obras de rehabilitación. Estas religiosas nunca regresaron. El obispo de Lérida decidió entonces enviar dos camiones para terminar de llevarse las obras que permanecían en el Monasterio.
Unos años más tarde, en 1973, dos técnicos del Museo de Arte de Barcelona acuden de nuevo al lugar para terminar de trasladar las pocas obras que permanecían in situ. Desde entonces, las obras se mantienen en depósito en la Diócesis de Lérida y el actual MNAC. Éstas serán cambiadas de ubicación en diversas ocasiones, con todos los daños que pueden ocasionar en ellas unos traslados como esos. Además la mayoría permanecerán en los almacenes durante décadas, sin llegar nunca a ser expuestas.
Diez años más tarde, en 1983, la muerte de la última priora de Sijena, provocará que las monjas de Valldoreix vendan parte de los bienes del Monasterio a la Generalitat. Fueron tres las ventas que se llevaron a cabo en los años 1983, 1992 y 1994. La suma de dinero total recibida a cambio de los bienes fue de unos insignificantes 50 millones de las antiguas pesetas, si tenemos en cuenta el incalculable valor de estas obras artísticas (pagos, por cierto, de los que no se ha encontrado nunca ningún justificante).
Además, estas ventas se habían llevado a cabo de forma secreta, con una autorización del Vaticano bastante dudosa. Tampoco se solicitó el permiso de ninguna autoridad patrimonial para efectuar dichas ventas, algo imprescindible ya que los bienes traspasados no pertenecían a las monjas de Valldoreix.
Será en 2012 cuando finalmente comience el litigio judicial para intentar recuperar las obras. El ayuntamiento de Sijena y el Gobierno de Aragón interponen una demanda contra los contratos de compraventa. El proceso es lento, pero finalmente se dicta sentencia en el año 2015, fijándose hasta tres fechas voluntarias para que la Generalitat devuelva los bienes a Sijena: Septiembre de 2015, julio de 2016 y julio de 2017. Todas ellas son incumplidas. Si bien es cierto que en julio de 2016 la Generalitat devolvió parte de las piezas, estas fueron sólo 51 de las 97 reclamadas, las de menor valor, esperando de esta forma que el Gobierno de Aragón cesara en su empeño por recuperar el total de las obras. Además algunas de las piezas se encontraban ahora desaparecidas. Mientras tanto, se realizó una inversión de 250.000€ para abrir un espacio en el Monasterio donde poder exponer las obras ya recuperadas.
Fue finalmente el 11 de Diciembre de 2017 cuando, tras haber incumplido las tres fechas de devolución fijadas, se autoriza la intervención de las fuerzas del estado para que vayan a Lérida a recuperar los 44 bienes restantes. Se rescataron 43 de esas obras ya que una había desaparecido. El estado de las mismas era bastante pésimo. A pesar de que
desde Cataluña se defendía que habían cuidado y protegido las obras gastando para ello dinero de la Generalitat, sólo 7 de los 97 bienes devueltos habían sido expuestos en los museos, el resto habían permanecido ocultos en cajas almacenadas.
El pasado miércoles 24 de enero, la obra extraviada (una pintura mural de la Inmaculada) llegó por fin desde Lérida a Sijena tras ser encontrada en el museo. No fue necesaria en esta ocasión la intervención de la Guardia Civil.
El siguiente paso es recuperar las pinturas murales de la sala capitular, aunque por el momento el juez ha suspendido la devolución de dichas pinturas a la espera de que las obras que se están llevando a cabo en la sala capitular finalicen y se pueda asegurar la perfecta conservación de las mismas.
Parece pues que el conflicto de los bienes de Sijena todavía no ha llegado a su fin, aunque podría hacerlo pronto. Tendremos que estar pendientes ahora de saber que ocurre con otras disputas similares como el llamado conflicto de los bienes eclesiásticos de la Franja, pero ese es ya otro tema.