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Infancia - Inicio

 ARQUEOLOGÍA DE LA 

MEMORIA

UN ÁLBUM

FAMILIAR DEL TERRITORIO

La infancia en Fraga 

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Alumna en la escuela de Fraga, años 40.

Cedida por la familia Español Casas.

Bautizo y presentación en la Iglesia.

Cuando nacía un niño, sólo esperaban tres días para bautizarlo, pues la mortalidad infantil era bastante común y si el niño fallecía sin estar bautizado, según la religión católica, iba al limbo y no al cielo. En el caso de que guardaran luto en la familia, el bautizo se llevaba a cabo de noche.


Los progenitores no acudían al bautizo, las madres por que estaban aun convalecientes y los padres porque no lo consideraban necesario, se iban al campo. Lo normal era que acudieran la comadrona, la padrina y los niños de la casa. Llevaban agua para bendecir al niño, una toalla para secarlo y una vela. Solían poner a los niños el nombre del padre o del abuelo, o del Santo del día. Unos 15 días después del parto, el hijo acudía ya con la madre a la iglesia para dar gracias de que todo había salido bien. 

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Grupo de niños. Cedida por la familia Dueso Corbalán.

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Bautizo fragatino, Ricardo Compairé (1920 - 1930).

Fototeca DPH

CANCIONCILLAS...

 

“Est è’l pare, est é la mare, est lo que fa sopes, est lo que se les menge totes y est lo que fa galin, galin, galin…”

 

“Toca manetes que nos petitetes, toca-les be que son de paper".

 

"Galing, galong, qui s’ha mort, la chiqueta de ca Monfort, ¿Agón la enterraràn? a la bassa gran, si no hi cap, li tallarem lo cap, si no entre, li tallarem lo ventre y si no ix, li farem quis, quis, quis". 

La crianza y los hijos.

 

Lo habitual era que la madre diera el pecho a su hija o hijo, intentando alargar la lactancia materna el máximo tiempo posible, pues creían que mientras el niño siguiera tetando era mucho más complicado quedarse embarazada. 

La comadrona era quien curaba el ombligo del niño hasta que éste se secaba y caía. Muchas veces las familias lo guardaban. La comadrona también  cortaba  los  frenillos  de  los  niños  en  el  caso  de  que fueran demasiado  grandes,  y  era  la  encargada  de  agujerear las orejas de las niñas para ponerles pendientes. 

Cuando los niños no querían la leche de la madre, se pagaba a alguna mujer para que fuera ella quien tetara de la madre y así vaciarle los pechos. A veces era el marido quien desempañaba esta tarea. Cuando  las visitas iban a ver al niño, era normal que se lo pasaran de unas a otras, y si el niño lloraba, no era extraño que alguna otra madre le diese el pecho al niño para que callara. 

¿Sabes quienes eran “les dides”?

Estas mujeres eran las que amamantaban a los hijos de otras madres, puesto que no había otro alimento para los recién nacidos y a veces la madre no tenía leche. También era común en el caso de tener gemelos que el más fuerte fuera alimentado por la “Dida”. En caso de necesidad, había mujeres que destetaban pronto a sus hijos para así poder amamantar a otro niño cobrando. En los años 30, una “Dida” cobraba unos 14 duros y un trozo de jabón cada mes. Lo normal era amamantar al niño más de un año, incluso más de dos, y tras este periodo de tiempo la “Dida” era considerada ya parte de la familia, incluso los niños seguían llamándola de mayores “ma mare dida”.

Cedida por la familia Dueso Corbalán.

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Mujer junto a su bebé. Cedida por la familia Dueso Corbalán.

LOS JUEGOS DE LOS NIÑOS.

El primer juguete que tenía un niño era el sonajero, los más pudientes de plata o marfil. Cuando eran un poco más mayores, las madres les hacían pelotas de trapo a los niños y muñecas a las niñas. Fabricaban caballos con cañas, hacían figuras con barro, utilizaban cajas para fabricar coches. También utilizaban verduras, como las berenjenas o las calabazas, para fabricar muñecas o juguetes. Los niños jugaban al fútbol, a las canicas (aunque fuera con piedras), se fabricaban pistolas o espadas con palos, etc. Las niñas saltaban a la comba, jugaban a la goma, a la rayuela, al escondite, a perseguirse, etc. 

Los niños pequeños se criaban en casa con las madres y las abuelas, jugando con los hermanos mayores. Si las madres tenían que ir a trabajar o encargarse de otros hijos, a veces contrataban a alguna mujer o niña para que cuidara al hijo y lo llevara a jugar.

¡LO JOC DE LES ESPARTEñES!

Cuando en una casa se reunían pequeños y mayores para pasar la velada, los adultos buscaban alguna manera de que los niños les dejaran un rato tranquilos. Les decían: “¡Au va! que farem un joc y mos divertirem tots".

 

El juego consistía en que los niños se quitaran los zapatos y los pusieran dentro de un cesto. Una vez estaban todos descalzos, abrían la ventana y una de las personas mayores arrojaba con fuerza todos los zapatos del cesto a la calle, para que quedaran bien repartidos. Entonces, los pobres niños tenían que ir corriendo, en la oscuridad de las calles, a buscar los suyos. Cuando volvían a casa, con la claridad de la lámpara de aceite, se daban cuenta de que llevaban un zapato de cada manera o de que los que habían recogido no eran los suyos, algo que provocaba el llanto en los niños y risas entre los adultos. Muchas veces, a la mañana siguiente, aún se podían ver zapatos por la calle. 

Fotografías de niños jugando.

Cedidas por las familias Casas Mestres, Marina Quibus y Dueso Corbalán, así como por la Fototeca de la DPH, el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza y la Asociación de Amigos y Vecinos del Casco Histórico de Fraga.

¿SABÍAS QUe...?​

Al año siguiente de comulgar por primera vez, el mismo día de la Ascensión, se celebraba la segunda comunión, repitiendo el mismo ritual que habían celebrado el año anterior. Era curioso ver que los trajes, a la mayoría de niños, se les habían quedado pequeños. 

LA PRIMERA Y LA SEGUNDA COMUNIÓN

 

Las comuniones se hacían en mayo, el día de la Ascensión, aunque había niños que también comulgaban entre semana, acudiendo sólo la madre, pues el padre iba al campo o a trabajar. 

Los niños llevaban un traje, según el gusto de la época, que muchas veces era heredado de otros hermanos o familiares. Las madres los adornaban con un fajín, una medalla, etc. Desde que se tiene constancia, las niñas siempre se vestían de blanco. Llevaban unas sobre enaguas, una camisa y un lazo en la cintura. En la cabeza se les ponía un mantón de blonda y una bolsa colgada a la cintura para recoger la propina de los familiares, a quienes iban a visitar para besarles la mano. Con el tiempo, estas propinas se convirtieron en regalos. Todos los niños que habían comulgado salían en procesión durante la tarde.

 

Estas páginas de nuestro álbum contienen fotografías de comuniones fragatinas, cedidas por  las familias Casas Mestres, Corbelló Román, Dueso Corbalán, Marina Quibus, La Tarronera y Sitra, Español Casas y Cal Polonio y compañía.

¡Vamos a aprender!
 dos escuelas coetáneas

 

Al igual que en el resto de España, las diferencias entre la reducida clase privilegiada y la numerosa desfavorecida, eran muchas, pero la más injusta de todas era el nivel de instrucción. En Fraga, según los cálculos de Paco Tejero obtenidos del padrón de habitantes de 1930, los residentes mayores de 14 años que manifestaban saber leer y escribir eran el 45%. Pero había diferencias según el sexo (54% del los hombres por el 35% de las mujeres) y el barrio de residencia (84% de las personas que viven en la calle Mayor y en el Cegonyer, pero sólo el 30% entre los que lo hacían en la parte alta de la población: Santa Anna, Roqueta, Collada Alta, Castillo,…)

Por un lado, los medios materiales y humanos que se dedicaban a la enseñanza eran insuficientes. Había dos maestros nacionales para los niños y una maestra para las niñas, que impartían clases en escampados locales del ayuntamiento con escaso material escolar y condiciones higiénicas precarias. Las hermanas de Santa Anna, tenían una escuela privada de tipo religioso. Por otro lado, según la mentalidad mayoritaria del momento, los padres se contentaban con que sus hijos supieran leer, escribir y las cuatro reglas; de las hijas esperaban que en el colegio aprendieran, sobretodo, a hacer las labores (coser, bordar…).

Clase de niñas fragatinas. Años 40. Familia Español Casas

¿Sabias qué...?

La infancia y la educación, tiempos atrás, eran muy diferentes a lo que hemos vivido últimamente. Josefina Casas Mayora nos lo cuenta en una entrevista.

Josefa Casas Mayora explicando como eran

LA ESCUELA RELIGIOSA

Desde finales del siglo XIX existía en Fraga un colegio de niñas, cuyas aulas se encontraban en los pisos superiores del Hospital, pero dicha escuela no fue reconocida hasta 1902.

Los niños más mayores daban clase con los curas, pero la orden de los Padres Escolapios abandonó Fraga en 1883 y la orden de la Sagrada Familia lo hizo en el año 1897. Desde entonces, sólo quedó el colegio de las monjas. 

Estos colegios religiosos eran de pago: en las monjas, el precio era de 6 reales al mes. Si iban al colegio dos hermanos, les rebajaban el precio, y si acudía un tercero, el más pequeño no pagaba. En caso de que acudieran niños de familias necesitadas, muchas veces no pagaban. 

La edad para empezar a ir a la escuela era de 6 años, no hubo clase para los niños más pequeños hasta pasados unos años. Estos niños no duraban mucho tiempo escolarizados, puesto que con 9 o 10 años tenían que empezar a trabajar, por eso muchos de ellos no llegaban a aprender ni siquiera a escribir o leer.

Los domingos por la tarde, las niñas más mayores acudían a la Escuela Dominical, situada primero en el Hort de l’Hospital y posteriormente en el Segoñé, donde les enseñaban la doctrina. 

¿SABÍAS QUe...?​

Durante la Guerra Civil, las Hermanas de Santa Ana se hicieron cargo del Hospital de Sangre, pero al finalizar el conflicto retomaron las labores para las que había sido creada la congregación: Llevar el hospital-asilo y enseñar. Tras pasar todo el verano adaptando las habitaciones para reconvertirlas en aulas, el curso 1939/40 comenzó el 9 de septiembre. 

Otros Colegios

En la época también hubo colegios municipales que cobraban del estado, motivo por el cual las familias no tenían que pagar por llevar ahí a sus hijos. Muchas de estas familias solían llevar obsequios a los maestros para agradecerles su trabajo y que pudieran mantenerse: higos, fruta, trozos del cerdo que sacrificaban para la matanza, etc. Las escuelas se encontraban en el Segoñé (a l’Almoldí). 

Un ejemplo de este tipo de escuelas es “La escuela de niñas nº2” a cuyo cargo se encuentra en 1918 doña Cesárea. En ese mismo año hace un escrito al Ayuntamiento pidiendo más recursos y materiales escolares. Debido a la escasez de recursos del Ayuntamiento y para poder atender las necesidades de la escuela, la Junta de Enseñanza le autorizó a dar clase también a los párvulos, pues hasta que los niños cumplían 6 años (momento a partir del cual la escuela pasaba a ser gratuita) los niños pequeños tenían que pagar 6 reales al mes para asistir a las clases. Doña Cesárea fue muy querida por todas sus alumnas y el día de su jubilación se celebró un homenaje en su honor, que coincidió con la colocación de la primera piedra de las nuevas escuelas graduadas, el 18 de febrero de 1931. 

También debemos mencionar la escuela racionalista, que llegó a Fraga a principios de la década de los años 20, cuando se abrió el Centro Obrero. Para dirigir esta escuela hicieron venir a la ciudad a José Alberola, maestro que seguía estas tendencias. A pesar de que tuvo que marchar cuando estas escuelas fueron declaradas ilegales durante la Dictadura del General Primo de Rivera, volvió a Fraga con la llegada de la 2ª República, momento en el que su escuela alcanzó un mayor prestigio. Alberola dio también clase a adultos, enseñándoles muchas veces a leer y escribir por las noches, al finalizar su jornada laboral.

¿Quieres saber más sobre el profesor Alberola?

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José Alberola y alumnos. Fraga, 1933.

Cedida por CNT FRAGA.

En las páginas de este álbum encontramos fotografías de la infancia fragatina procedentes del Fondo Reparaz Ruiz  del ICGC, de Ricardo Compairé, Juan Mora Insa e Ildefonso San Agustín de la Fototeca DPH; así como de las familias Vera Cuadrado, Cal Polonio y compañía, Casas Mestres y Dueso Corbalán. 

Este apartado de nuestra web se ha nutrido del libro "Vida y costums de Fraga 3"  de Amics de Fraga, del libro “Fraga. República i guerra civil” de Paco Tejero, y del nº81 de la Revista “Fogaril i Calaixera”.

Organiza:

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