¿SABÍAS QUe...?
Joana Raspall i Juanola (Barcelona, 1 de julio de 1913- Sant Feliu de Llobregat, 4 de diciembre de 2013) fue una escritora, lexicóloga y bibliotecaria catalana. Aunque es más conocida por su obra poética infantil, escribió también para el público adulto y dentro de su obra encontramos teatro, cuentos y novelas. En el año 2006 recibió el premio “La creu de Sant Jordi”.
No podemos hablar de los higos de Fraga, sin explicar primero quién fue Joana Raspall y su familia, también conocidos en Fraga como “los francesos".
Joana Raspall era hija de Bonaventura Raspall Pahisa y de Joana Juanola Devavry, comerciantes de productos agrícolas que, entre otros productos de Aragón y Cataluña, se interesaron también por los higos secos de Fraga. Bonaventura heredó el negocio de su suegro, establecido en Sant Feliu de Llobregat pero con una filial en Fraga, desde donde preparaban los higos para venderlos en Zaragoza, Barcelona e incluso en Francia. Desarrollaron su trabajo en el municipio fragatino desde inicios del siglo XX y bajo la marca “La Pilarica”. Joana dejó en sus memorias numerosos recuerdos de su infancia en Fraga y de la actividad comercial que llevaron a cabo sus padres y abuelo.
En ellas nos explica como cada año, contrataban a un gran número de personas en Fraga (que trabajaban unos 45 días, entre noviembre y diciembre). Además, alquilaban el hostal de Camilo, que se situaba en la plaza San Salvador, donde hasta 120 “encaixonadores” llevaban a cabo el embalaje:
"Allá hi teniem cambres grans, de sala i alcova que es podia separar amb blanques cortines de cotó. La roba dels llits, fora les flassades, era de l’hostal; eren uns llençols entercs i netíssims que feien olor de sabó casolà, que havien estat rentats al riu i assecats estesos a l’herba”
Mujer secando higos sobre cañizos. Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya. ICGC.
Encajonadoras de higos. Felipe Borrás Simó
Cedidas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Fue Bonaventura Raspall quien inventó la caja de madera en la que se albergaban 10 Kg de higos, conocida como “l’arroba”:
Per les figues, féu construir uns caixons especials que s’ajustaven a una cabuda de deu quilos, i era estricte en la classificació de qualitats, segons les figues fossin més o menys blanques i més o meny grosses; al marge que la capa superior fos més o menys polida a efectes visuals, volia que les capes inferios fossin de la mateixa qualitat i de bona presentació. Tant els caixons de fusta com les capsetes de cartró per les figues, eren guarnits amb paper taladrat imitant les puntes al coixí, tal com el tenen a les pastisseries.
Nota: En 1907, la familia Raspall ganó la medalla de la Exposición de Alimentación e Higiene de París, por la gran presentación y la belleza de sus productos.
Fotografías de las encajonadoras de Fraga, en torno a 1950.
Cedidas por familia Corbella Román.
Les figues eren guardades a munts als angles de la sala i recollida a palades. Cada dia n’arribaven carros plens i des del patí de l’hostal pujaven els grans coves, “banastos”, mitjançant una corriola de volant fins al primer pis o la golfa.
En la sala més espaiosa e les cambres hi montàvem la cuina económica de carbó, sobre potes, amb xemeneia que sortia a través d’un vidre tret a la finestra i substituit per un plafó de fusta foradat. L’aigüera consistia en dos grans gibrells damunt d’una taula de cavallets, i al costat hi havia unes guerres enormes, les “tenalles”, que les dones omplien a cop de càntirs de l’aigua que anaven a poar al riu, quan passava clar, al rec del costat de la carretera. Treiem l’aigua de les guerres amb una mesura de mànec llarg, i l’avi posava sempre unes quantes pedres graposses i ben netes al fons perquè es fes pòsit a sota i no el remoguéssim en treure l’aigua; a més, hi tirava una gotellada de lleixiu per a fer-la innocua. De tota manera, els homes s’estimaven més beure vi!
Joana Raspall nos habla también de cómo eran estas “encaixonadores”, de sus trajes y sus peinados:
Estaven totes encara vestides i pentinades a l’ús antic: faldilles amples, dos o tres enagües, devantal, gipó i mocador a les espatlles, mitges blanques i sabates negres repuntejades amb dibuixos blancs”. (…) “Quan anaven endiumenjades, jo les vaig veure el dia de Tot(s) Sants, variava la qualitat de la roba, sobretot del mocador, que esdevenia “manton de manila”, i les arracades que, del botó inicial s’allargaven ens dos o tres pisos de penjolls amb pedreria. Tot allò, per a mi, era una gran espectacle que mai no he oblidat.
(…) Duien un “monyo” pla, oblong, fet de trena, les més joves; però les velles duien una complicada trena ampla, de deu o dotze brins, engomada, que formava dues bagues, una sobre el cap, la més ampla, i l’altra cap endarrere, sobre el clatell, com un picaporta.
Nota: Resulta muy interesante la descripción que Joana hace de la huerta de la So María, situada frente al hostal Camilo, al otro lado de la carretera. Sus cuidadas palabras son capaces de traernos a la memoria colores y olores de otra época:
Quina meravella, la barraca de la So Maria! Recollides en senalles hi havia avellanes i atmelles; pomes, peres i codonys hi eren estesos en canyissos iguals que els que servien per assecar les figues al sol: a les parets escrostonades penjaven com garlandes enfilalls de cebes i alls, tomàquets i panotxes de Blat de moro; amuntegat a terra, maduraven els melons i les carbasses columinoses i bonyegudes; tot alló feia una olor viva i madura, dolça i penetrant que no oblidaré mai”. La So Maria tenia un poco más escondidas: ametlles, serves, caquis...
Higo blanco: El que se cultivaba principalmente en Fraga. Este higo verde, al madurar pasa a ser amarillo y, una vez seco, blanco. Cuando está maduro le salen unas grietas blancas en la piel. Los higos de mayor calidad eran llamados “higos en flor”. Los higos de peor calidad eran los “higos comunes” y se utilizaban como alimento de animales o para fabricar alcohol. Los higos de una calidad media eran los que formaban “la partida”.
Higo negro: Negros por fuera pero con una carne roja en su interior. Se consumían al natural y se secaban para dar de comer a los animales o para hacer alcohol. Una de las clases de higuera negra da dos cosechas: una temprana, que da unos higos grandes llamados “brevas” y una segunda cosecha de tamaño normal.
Los higos verdes no se comercializaban.
¿SABÍAS QUe...?
Tal y como nos cuentan desde Amics de Fraga, si los higos se estropeaban por culpa de la lluvia, las familias se quedaban sin dinero para pasar el invierno, por lo que algunas mujeres iban a pedir a las casas. Para que no pudiesen reconocerlas, se colocaban las faldetas sobre la cabeza, popularizándose el dicho: “Si llueve para los higos, en el invierno habrá brujas”.
LES CORREDORES
Corredor, ra.
4. m. y f. Mandatario que, como comerciante acreditado, actúa vendiendo o comprando por cuenta de uno o de varios.
En Fraga “les corredores” solían ser mujeres ligadas al comercio de los higos. Su trabajo está recogido en el suplemento “Corredores de figues” de la revista Fogaril y Calaixera:
Las corredoras fueron siempre personas de confianza del almacenista, estrechamente vinculadas al almacén o su familia. Solían tener unas partidas de higos fijas que adquirían cada año, que pertenecían a familiares o amigos, por lo que la compra de los mismos estaba asegurada.
Cuando la demanda era más fuerte y se precisaban más higos para enviarlos a los mercados de venta, había que salir a comprar más género. Era entonces cuando la competencia se desencadenaba. Para conseguir algunas partidas se pagaba más cara la arroba de higos. Si ello no era suficiente para conseguirla, la corredora intentaba tocar la fibra sensible de aquellos que disponían de higos para vender: buscar al vecino, al amigo y moverse con rapidez para hacerse con las mejores partidas. En ocasiones, por aquello de que “tu me has quitado esta partida que tenía apalabrada” o bien, “así ya puedes, yendo bajo mano…”, de las palabras se pasaba a las manos. Afortunadamente estos casos eran contados y en general el respeto mutuo, el compañerismo y la nobleza de actuaciones predominaba, aunque siempre la picaresca estaba de por medio.
Anastàsia Ferrer Lapena "Picona" 1875-1963. Suplemento "Corredores de figues" de la revista Fogaril i calaixera.
El payés, cuando había concluido toda la cosecha y guardado sus higos, avisaba al almacén para que la corredora fuera a comprobar la partida, valorarla y ponerle precio.
Cuando la corredora llegaba, se le mostraba el montón de higos secos. Había entonces que comprobar la partida, sus condiciones de secado, que no hubiese fermentación o parásitos; siempre debía estar alerta frente a estas posibles taras. Para comprobar todo ello, introducía sus manos en distintos lugares del montón de higos.
Como un instrumento de precisión, si sus manos salían limpias o bien recubiertas de ese polvillo azucarado producto de un buen secado, podía pagarse un buen precio por la partida. De lo contrario, si la mano salía sucia e impregnada con restos de los propios higos, ello indicaba que el secado había sido defectuoso y el precio bajaba considerablemente.
El trabajo de las corredoras era duro e intenso, y hasta la década de los cuarenta, en que los almacenistas empiezan a tener algún medio de locomoción, sus propias piernas serán el único medio de transporte. Con todo, ser corredora era una categoría dentro del mundo rural.
Salvadora Blanch Barana. Primera corredora de la que se tiene constancia. Suplemento "Corredores de figues" de la revista Fogaril i calaixera.
Índice de motes de las corredoras de Fraga. Suplemento "corredores de figues" Revista Fogaril i Calaixera.
LA PRIMERA CORREDORA
La primera corredora de la que se tiene constancia, según se cuenta en el suplemento de la revista “Fogaril i Calaixera. Corredores de Figues” es Salvadora Blanch Barana. Se desconocen tanto las fechas de su nacimiento como las de su muerte, pero se sabe que su primer marido murió ahogado en la riada de 1873.
Esta mujer era conocida como la “so Torta”, y no comerciaba con higos exclusivamente, sino con todo aquello que pudiera comprar y vender, aunque dará prioridad a los productos del campo.
Era una mujer independiente que se preocupó por no estar sujeta a ningún almacenista. Se la vincula con “Cal Torrentí”, aunque en muchas ocasiones su relación será a través de almacenistas leridanos que envasarán en dicho almacén. Comerciará con diferentes productos según la temporada, y lo hará no sólo en Fraga, también en otras localidades del Bajo Segre, sobretodo en Serós.
El número de corredoras en Fraga y en los pueblos de alrededor es bastante amplio. Además se tiene constancia de un único hombre que también se dedicó a este oficio: Antonio Navarro Brunet “Lo so Xelet”. Podéis consultar todos los nombres de las corredoras en la página 46 del suplemento ya mencionado de la revista “Fogaril i Calaixera. Corredores de Figues”.
¿SABÍAS QUe...?
En la época de mayor bonanza de los higos fragatinos, la de la marca registrada por el Ayuntamiento, existía un gran contraste entre el éxito de venta y exportación del producto y las condiciones laborales de las y los trabajadores.
Es por esta razón que, en 1933, les encaixonadores de figues protagonizaron una de las primeras huelgas de mujeres de Fraga y, probablemente, de Aragón. Estas 250 trabajadoras, procedentes de los cinco almacenes de higos del municipio, se unieron para reclamar un sueldo más digno y una jornada laboral de ocho horas.
Hoy en día, se las reconoce como un referente del feminismo en Aragón.
La marca "Higos de Fraga"
Debido a la gran importancia que estaban alcanzando los “Higos de Fraga” y a su creciente demanda, se empezaron a aceptar los higos de pueblos vecinos como Torrente, Massalcoreig y Velilla, e incluso llegaban de otros pueblos más alejados, pero eran desechados por su baja calidad, llegándose a quemar cajones de higos en mitad del Segoñé. A causa de todos estos inconvenientes, el Ayuntamiento decidió encargar la administración y regulación de la marca “Higos de Fraga” a la Asociación “Los amigos de Fraga”, llevándose a cabo también el “Primer Congreso Internacional de Exportadores e Importadores Frutos de España” en Barcelona (1929). Esta marca, que debía aparecer en todas las cajas de higos fragatinos, estaba registrada a nombre del M.I.Ayuntamiento de Fraga, quien se encargaba de recaudar las cuotas de los diferentes almacenes.
La huelga de las encajonadoras. Reportaje de Aragón TV.
Fotografías cedidas por el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya, la Asociación de Amigos y Vecinos del Casco Histórico de Fraga, la familia Corbella Román y la familia Español Casas,
El arranque de las higueras
el fin de una era
La caída del mercado les estaba obligando a vender sin precio la cosecha y a cobrarla al final de temporada, mientras veían que sus vecinos catalanes estaban obteniendo una gran rentabilidad gracias al cultivo de frutales: melocotón, manzanas, peras…
Este tipo de cultivo era muy agradecido porque, al contrario de la producción de higos secos (que era un proceso completamente artesanal -acordaros del secado y de su posterior encajonado-), los frutales eran mucho más rentables gracias a las mejoras en el transporte y en la conservación de la fruta.
Estos factores fueron los que hicieron que los agricultores arrancaran las higueras o que éstas quedaran relegadas a una producción mínima de higos verdes.
Esta web se ha nutrido del libro"Higos de Fraga" de Amics de Fraga, del suplemento "Corredores de figues" de la Revista Fogaril i Calaixera, y del artículo de Joaquín Salleras "Joana Raspall a les encaixonadores de Fraga" publicado en la Revista La Voz del Bajo Cinca.